Uruguay le ganó a Egipto con sufrimiento y algunos puntos flacos. Ahora se viene Arabia Saudita, un rival distinto, que planteará otro juego. El Maestro Tabárez tiene tiempo para ajustar los detalles que no funcionaron del todo bien este viernes, por carencias propias y por el diseño táctico que llevaron a cabo los egipcios.
La Celeste jugó un solo partido previo al Mundial. Fue contra Ubekistán, donde se destacaron Vecino y Bentancur por el buen trato de la pelota, y De Arrascaeta por todo lo que generó en la banda izquierda, jugando con el perfil cambiado. Pero claro, el poderío de los uzbekos era muy inferior a lo que desarrolló Egipto.
Esta vez ni Vecino ni Bentancur tuvieron espacios para jugar en corto o meter esos pases filtrados que generalmente dejan mal parados a los defensores. Todos los caminos estaban cerrados y lo que es peor, perdieron pelotas que pudieron terminar en un desastre.
Tampoco anduvo De Arrascaeta por izquierda. No desbordó nunca. El lateral le respiró en la nuca siempre y se vio atado, porque cuando intentó encarar para el centro para aprovechar la derecha, también tenía uno o dos defensores para cortarlo. Empezó el segundo tiempo un poco más al centro, pero rápidamente Tabárez lo cambió. A él y a Nández que tampoco anduvo por derecha.
Otro punto flaco, Luis Suárez. Especialmente en la definición. El goleador tuvo tres ocasiones claras y falló. En la primera no le pegó bien tras un tiro de esquina y la pelota rozó el caño. En la segunda el golero le sacó el remate. Y tal vez el error más grande fue en la tercera, cuando encaró al golero, se demoró en la definición, intentó eludirlo y se la quitó.
Todos son aspectos mejorables. En el mediocampo hay recambio (Cebolla Rodríguez, Sánchez, Torreira) pero también es cierto que no todas las selecciones harán una presión extrema como la que propuso Egipto. Arriba, Suárez es Suárez. A Tabárez le preguntaron en la conferencia de prensa por el flojo desempeño del delantero y destacó el hecho de que tuviera tres oportunidades, aunque las fallara. Al goleador siempre hay que esperarlo, porque aparece en el momento menos pensado.
Fuente: (Referi.uy)
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