La derrota de Argentina con Croacia por 0-3 profundizó aún más la crisis que vive la selección en la vecina orilla. Los 25 años sin títulos a nivel de mayores ya dejaron de ser una mochila para nuestros hermanos rioplatenses. Hoy cargan una valija totalmente excedida de peso y que obligatoriamente tiene que ser despachada.
Casi como un show, como una especie de reality, se hizo costumbre mirar los medios argentinos desde nuestros país tras cada nueva frustración. Los duros cuestionamientos del periodismo y también de protagonistas del mundo fútbol funcionan como un stand up a pesar de que ellos no busquen contagiar humor. Lo campeones de 1978 y 1986 desfilan por todos los canales comparando este equipo con sus respectivas generaciones. Algunos apuntan al entrenador, otros a la desorganización de la AFA, pero todos terminan en lo mismo: en la comparación entre Diego Maradona y Lionel Messi.
Hoy todo el foco de atención caen nuevamente en el rosarino. Más allá de su floja actuación contra los croatas, los dardos vuelven a apuntarlo como el factor nocivo de este grupo. Que arma el plantel, que lleva a sus amigos, que le cierra las puertas a otros...
Lo cierto es que esta situación poco se diferencia de la que vivió Maradona previo al Campeonato del Mundo de México 1986 que lo consagró para la eternidad en el corazón de los argentinos. Aquella generación llegó al Mundial en críticas aún mucho más crudas que las actuales y bajo los mismos cuestionamientos. La ausencia de Ramón Díaz en la lista que armó Carlos Bilardo tuvo incluso un mayor revuelo que la de Mauro Icardi en la que actualmente elaboró Jorge Sampaoli. Ni que hablar sobre el conflicto con Daniel Passarella. Los egos de uno y otro, las diferentes maneras de ser, los enfrentaron al punto de que Maradona terminó llevando la cinta y el “Kaiser” cerró su participación sin minutos por una supuesta intoxicación en una comida. “Nos dijimos de todo, de todo... Vivíamos de reunión en reunión. Y en una de ésas fue que me agarré con Passarella, también. Ahí definimos que éramos nosotros contra el mundo, así que más vale que tiráramos todos para el mismo lado. Y tiramos, cómo tiramos... A mí las concentraciones siempre me ataron, siempre me ahogaron, pero aquella vez fue distinto: porque nos sinceramos, porque nos dijimos las cosas en la cara. A partir de eso, todo creció”, confesó el 10 en su autobiografía.
“¿De qué ‘gran capitán’ me hablan? Con la camiseta de Argentina el gran capitán fui yo, que gané un Mundial en el exterior”, agregó Diego en una pelea sin solución.
Parece difícil que hoy con las redes sociales esas situaciones no se filtren, pero ocurrieron. Así mismo lo reconocieron los protagonistas con el correr de los años. El tiempo dirá qué tanta influencia tuvo Messi sobre esta generación que llegó a disputar tres finales consecutivas sin éxitos (un Mundial y dos Copas América) y en ese caso, si estuvo bien o no en sus acciones y qué conflictos realmente existieron.
Lo cierto es que en ambos escenarios, tanto Maradona como Messi ocuparon el mismo lugar dentro de cada grupo. Como capitanes y figuras principales, los entrenadores y también por qué no los mismos dirigentes, buscaron arroparlos. Algún día la bomba estallará (o no) y se conocerá si Icardi no fue al Mundial porque no tiene feeling con el crack del Barcelona o si Javier Mascherano solo fue por ser su amigo.
Lo que está claro es que los títulos tapan todo. Con la Copa del Mundo, la generación del ‘86 terminó dejando todos esos cortocircuitos en un segundo plano. Esta camada de futbolistas argentinos, que para muchos es (o fue) la mejor de todos los tiempos, aún no pudo quedarse con un título para dejar atrás todos los rumores. Messi mandará, a su modo, hoy en la selección. Y tampoco está mal, porque es el capitán que eligieron puertas adentro de Ezeiza; pero Maradona incidía tanto o aún más dentro del plantel.
Tapa histórica: Las sonrisas solo fueron para la foto
Tan solo dos días después de la última discusión entre Maradona y Passarella, El Gráfico los juntó para una producción fotográfica que obviamente terminó siendo la tapa de la revista. Las sonrisas, claro está, eran solamente para los flashes. En ese entonces, los dos jugadores ya no se hablaban. La situación nunca tuvo arreglo. A partir de ese momento, la relación se rompió. Diego siguió sumando capítulos en esta novela mientras que Passarella siempre optó por el silencio
Voces:
Mario Kempes: “Aunque sea el mejor jugador del mundo y con todos los méritos, todo tiene un principio y un final. Puede tener otro Mundial, pero él debe estar asqueado, aburrido... Lo siento mucho porque dio todo en el Barcelona e intenta darlo en Argentina; pero por más que sea el mejor del mundo, y que Argentina consiga o no la clasificación, este ciclo se terminó para todos”.
Edgardo Bauza: “Vi a la selección argentina sin una identidad. Me parece raro porque los equipos de Sampaoli siempre la tenían. La vi sin identidad para revertir una historia que no era fácil. A Messi, no sé si lo vi ausente, él es importantísimo dentro de la Selección y participó muy poco... Eso me extrañó. Su participación no pasa sólo por él, sino que los compañeros se la den”.
- Diego Simeone: “Veo que el equipo está perdido. En el vestuario se están agarrando a trompadas. El arquero lo había hecho ya. Lo hizo contra España, contra Italia que se fue al lado del palo. Si la cagás en el Mundial, es gol. Messi es muy bueno, pero porque está acompañado de extraordinarios futbolistas. Si tenés que elegir entre Messi y Ronaldo para un equipo normal, ¿a quién elegirías?”.
- Jorge Valdano: “No sabemos a lo que juega Argentina, si el equipo es defensivo u ofensivo. Ya lo vimos en el amistoso contra España. Argentina vive una crisis enorme en el mundo del fútbol y todo eso ha estallado en este Mundial. El número de intervenciones de Messi hoy fue bajísimo y siempre ha subido el tono de la jugada cuando le ha llegado el balón. El problema es que le llega poco”.
Fuente: (Ovaciondigital.com.uy)
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