Dos canchas de entrenamiento y un complejo deportivo especialmente acondicionado para la delegación celeste esperan por el equipo de Tabárez, que se instalará este domingo sobre las 19.30.
Luego de cruzar dos puentes y de recorrer unos 15 kilómetros, lo que insume menos de 20 minutos en automóvil, se llega desde el centro de Niznhy Nóvgorod hasta el Borsky Sport Centre, lugar ubicado en la localidad de Bor (al otro lado del río Volga) en el que desde esta noche la selección uruguaya se instalará durante la fase de grupos de la Copa del Mundo.
Una vez más el cuerpo técnico de la selección eligió un lugar apartado, como ya lo había hecho en Sudáfrica y luego en Brasil. Para el Mundial de 2010 se instaló en Kimberley, una ciudad que no era sede de la Copa del Mundo y a poco menos de 500 kilómetros de distancia de Johannesburgo. Para 2014 se escogió Sete Lagoas, en el estado de Minas Gerais. A unos 70 kilómetros de Belo Horizonte, el complejo elegido se ubicaba en una zona solitaria, rodeada por campo y sierras.
En esta ocasión el búnker se encuentra sobre la ruta, pero no hay población alrededor, es decir que vuelve a presentarse el escenario de la tranquilidad. No es difícil llegar si se tiene vehículo, pero no hay transporte colectivo público que llegue hasta allí. Incluso conseguir un taxi o Uber se dificulta para salir de esa zona de Bor.
Uruguay dispondrá de 75 habitaciones distribuidas en seis pisos, dos gimnasios, dos canchas de entrenamiento y zonas de esparcimiento para quienes integren la delegación. Eso es al menos lo que se anuncia, porque el portal Ovación no lo pudo comprobar.
Llegamos temprano al Borsky Sport Centre, en cuya entrada ondean las banderas de Rusia, FIFA y Uruguay. Lo primero en comprobar fue que la seguridad se la han tomado muy en serio. Miradas desconfiadas al principio, luego control de credenciales desde lejos, pero nadie que se apersonara a ver qué hacían los tipos esos allí. Por fin apareció alguien de campera roja con las siglas LOC (Comité Organizador Local) al que le pudimos decir quiénes éramos y a qué veníamos. “Queremos sacar unas fotos y conocer el lugar”, dijimos en inglés. “No speak”, fue la respuesta. El idioma aquí sí es una gran barrera.
Se fue para adentro y luego de unos 5 minutos el funcionario volvió con un celular en la mano. Hizo la seña de que habláramos y lo hicimos. Al otro lado de la línea, en un español pausado pero claro, apareció la voz de quien se identificó como el encargado de seguridad designado por FIFA para Uruguay. “Lo siento, pero hasta que el equipo no llegue nadie puede entrar. Solo se pueden tomar imágenes desde el perímetro”.
Ya resignados, comenzamos a explorar el lugar, hasta que apareció otro campera roja, quien muy amablemente preguntó en inglés qué precisábamos. Volvimos a contarle y nos pidió que esperáramos. “You are welcome”, nos dijo haciéndonos la seña de entrar. La espera había valido la pena. “Tienen 10 o 15 minutos para hacer imágenes del edificio y del campo de entrenamiento”.
SEGURIDAD.
Una vez cruzada la puerta, nos dimos contra dos molinetes, un detector de metales, un scanner y cinco funcionarios. “Genial: nosotros entramos y ellos hacen el ejercicio de seguridad”, pensamos. Y así fue. Rápidamente nos dimos cuenta de dos cosas: que están poco familiarizados con el funcionamiento del equipo de seguridad y que habrá que llegar temprano la próxima vez, porque se demora mucho en pasar eso, una vez más la barrera idiomática.
Hicimos el pasaje triunfal hacia el otro lado del detector de metales, cuando aparecieron dos grandotes vestidos de negro, con auriculares blancos y empezaron a hablar. Quien amablemente nos había dicho que éramos bienvenidos se acercó y se disculpó. Pasó el mismo mensaje que el jefe de seguridad y nos pidió que nos retiráramos. Es decir que fuimos algo así como los conejillos de Indias de la seguridad y luego nos descartaron.
Si desde el perímetro debíamos arreglarnos, lo recorreríamos. Y así fue, hasta llegar a un lugar en donde el viento había corrido las lonas y eso dejaba ver el estado de los campos de entrenamiento. Es-pec-ta-cu-la-res. Césped natural bajo, cortado en franjas verticales (de arco a arco) y con un verde envidiable.
Unas fotos tomadas por encima del muro en una parte baja de éste permitieron observar también lo prolijo de las instalaciones del Borsky Sport Centre, que está listo a recibir a La Celeste y cuidando detalles de último momento, como limpiar los alrededores. En un momento llegó un ómnibus pequeño y amarillo con un montón de mujeres. Descendieron y se repartieron por el jardín del estacionamiento portando bolsas de basura para recoger a mano las ramas, hojas y papeles tirados, que no eran muchos.
Fuente: (Ovaciondigital.com.uy)
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