sábado, 26 de diciembre de 2020

El deporte también sufrió la pandemia en un año extraordinario y no en el buen sentido

 


Torneos inconclusos, certámenes postergados y mucha incertidumbre fue lo que dejó el COVID-19 que aún sigue golpeando a un deporte que aguarda ver la luz al final del túnel.



Y sí, el 2020 fue un año extraordinario, en el sentido de “Fuera del orden o regla natural o común”, que presenta el diccionario como primera acepción de la palabra.

La pandemia de coronavirus somete a las sociedades de todo el mundo a una prueba que no se veía desde hacía décadas, tanto por las vidas que se lleva como por sus consecuencias en todos los ámbitos.

Si el virus está sacudiendo las estructuras de la salud pública, la educación, la economía, el turismo, el entretenimiento, ¿cómo no iba a afectar al deporte?

La primera decisión fue la paralización casi total de competencias en todo el planeta. Algunas fueron directamente canceladas y otras, como los Juegos Olímpicos de Tokio, postergadas por un año.

Después, de a poco, volvieron a disputarse casi todos los torneos, las carreras, los partidos, pero rodeados de cuidados y protocolos (protocolos, una de las palabras del año...) inimaginables hace 12 meses. Como medida complementaria, la prohibición del ingreso de público, un duro golpe para lo que significa el deporte como espectáculo de masas. La televisión se encargó de llevar todas las imágenes desde escenarios vacíos y casi siempre silenciosos, un marco que pareció irreal.

También se instrumentó una compleja reprogramación de los campeonatos, tratando de comprimir en algunas semanas lo previsto para varios meses. 
En todo el mundo pero especialmente en Uruguay el acontecer deportivo de 2020 puede dividirse en dos grandes áreas: los certámenes que concluyeron y los que quedaron pendientes para 2021. En algunos casos no se completaron por falta de tiempo y en otros porque la nueva planificación resultó afectada por viejos vicios de desorganización e imprevisiones. Así, contagios, denuncias o violaciones a los protocolos condujeron a nuevas suspensiones o postergaciones.

Por eso, cabe colocar el cartelito de “Continuará”, que aparecía en las historietas o series que se cerraban una semana con una situación complicada para el protagonista y se reabrían la semana siguiente con la solución.

Por ejemplo, el Campeonato Uruguayo, del cual falta definir la final del torneo intermedio y el Torneo Clausura. O la Liga Uruguaya de Básquetbol, suspendidas cuando se disputaban las semifinales.

Un subtema del Uruguayo es la situación de los clubes grandes, que iniciaron el torneo local con la expectatativa de llevar adelante determinados procesos de trabajo, que luego dejaron de lado debido a los malos resultados y que en este fin de año ensayan nuevos cambios de rumbo. Lo que sí se cerró para ambos, con mayor o menor celeridad pero con similar frustración, fue la competencia internacional.

Las eliminatorias para el Mundial 2022 arrancaron con un retraso de meses que afectará las fechas futuras. El contagio masivo en el plantel celeste mostró que el riesgo existe más allá de los protocolos.

Solo para Liverpool y Rentistas en primera división, este 2020 que se va deja el sabor dulce de los objetivos alcanzados, o sea la conquista de la Supercopa y el Torneo Apertura, respectivamente.

Por definición, la competencia deportiva se resuelve en resultados: un atleta o equipo es campeón, otro finalista, algunos descienden, otros quedarán en la mitad de la tabla. No resulta natural entonces que esas resoluciones permanezcan en el aire. Todo eso convirtió a 2020 en un año excepcional, más allá de que las grandes hazañas deportivas han sido más bien pocas.

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