Ignacio Lores y Guzmán Pereira eran los mejores ante Progreso, pero salieron sentidos y el equipo se desmoronó.
No hay una única razón a la explicación de que Peñarol dejara puntos en el 1-1 ante Progreso.
En realidad se trató de un cúmulo de situaciones que se asociaron para
interrumpir el camino victorioso del aurinegro, que se había iniciado en
este Intermedio con una goleada 4-0 sobre Boston River.
Más allá
de la apuesta puntual que hizo la institución al partido del jueves por
Copa Sudamericana, también tuvo poca suerte y se enfrentó a un rival
que, sin ser nada espectacular, sí sabe muy bien lo que quiere.
Empecemos por la cuestiones tácticas de Peñarol:
Guzmán Pereira fue el que bancó todo en el medio y quedó claro cuando salió, pues Peñarol se desmoronó.
Lo
mejor lo hizo Ignacio Lores, clave en el gol al armar toda la jugada por
la derecha; siempre libre para recibir y dispuesto a encarar. Hizo
buenas sociedades con Giovanni González, pero no con Rojo por izquierda.
El que
estuvo desconocido, lejos de lo que puede dar, fue Brian Rodríguez, con
escasa participación, sin claridad ni velocidad. Y Peñarol lo extrañó, porque es quien más daño suele hacer al rival.
En
ofensiva, Darwin Núñez estuvo muy participativo, pero mal habilitado.
Gastón Rodríguez hizo el gol, pero volvió a estar enredado y las
decisiones que tomó no fueron las más certeras.
Los
mejores eran Lores y Guzmán y ambos salieron sentidos. Por allí pasó la
mala suerte aurinegra, aunque también tuvo de la otra cuando un cabezazo
de Gustavo Alles lo devolvió el horizontal.
Después está lo que hizo Progreso, que trató de empuajr a Peñarol
a llegar por el medio, lo consiguió durante buena parte del partido y
luego Leonel Rocco puso a Rodrigo Viega para dinamizar el equipo e ir
por el resultado. Y casi se lleva los tres puntos.
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